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domingo, 17 de noviembre de 2013

Sabores y saberes del manglar


Estar en Coquí es sentir la imponencia, la paz y la fuerza que genera la naturaleza. La bienvenida me la dio una playa de unos 10 km que muere en una montaña con un tupido bosque lleno de neblina, que le imprime al paisaje un sello especial, pues se tiene la sensación de estar en un lugar frío, cuando en realidad se está a más de 30º C.

Coquí está ubicado en una isla, que forman el mar y el río del mismo nombre. Es un caserío limpio y ordenado, en donde habitan alrededor de 500 personas que viven del mar y el manglar.

Los saberes y sabores alrededor del manglar son muchos. Gracias a su magnífica combustión, la comunidad usa la madera como leña para en sus cocinas e “industrias”. Por su gran resistencia al agua, en la construcción de barcos y casas. Saben también que el bosque del manglar es una fuerte barrera natural contra mar de leva y maremotos, y que funciona como purificador del aire, al convertir en oxígeno el gas carbónico. También, que el manglar es hogar permanente –y de paso– de muchas especies de aves, reptiles y mamíferos, sala-cuna de peces y mariscos y hábitat natural de la piangua, una concha muy apetecida en el Pacífico, con la que preparan exquisitos platos. Cruz, una experta y cálida matrona experta en cocina local, me enseñó a prepararla. Es una delicia. La servimos acompañada de patacón de banano biche freído en aceite de coco y arroz blanco, salteado en finas yerbas de la región.

Estar aquí es disfrutar a cada paso del saber y el sabor del manglar, un ecosistema que me resultaba ajeno y extraño, pero que no deja de sorprenderme.









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