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domingo, 8 de diciembre de 2013

Acandí, Chocó



Llegar hasta aquí se vuelve un poco complicado: por tierra es imposible hacerlo, pues no existen carreteras; por mar, resulta un poco arriesgado, debido a las condiciones de navegación. Decidí hacerlo por avión, pero tuve que esperar varios días, pues solo hay tres vuelos semanales y la oferta de cupos es limitada.

Una vez despegó de regreso el avión en que llegamos, la pista del aeropuerto se llenó de motos. Los lugareños la han convertido en lugar de competencias. Apuestan carreras en las que la condición principal es que no utilicen las manos para conducir. Esto lo vuelve una práctica arriesgada e irresponsable, pero según ellos, llena de mucha emoción.

En el aeropuerto fui recibido por Germán, un tradicional cochero encargado de recoger los pasajeros en el aeropuerto para llevarlos hasta el poblado, pues aquí no existen carros ni taxis. La falta de carreteras los hace innecesarios.

Aunque la rica biodiversidad del mítico tapón del Darién ha sido devastada, esta sigue siendo la frontera más impenetrable de las Américas.

Muchos de sus habitantes se dedicaron y se dedican a trabajar como “coyotes”, cruzando gente de un país a otro. Ciro Ramírez, un santandereano de pura cepa que en alguna época se dedicó a este trabajo, nos contó los riesgos a que se enfrentan y lo duro que resulta la práctica.

Acandí es un hervidero de contrastes y conflictos, es una región con una especial conexión/desconexión con el país y el mundo. Está lleno de interesantes relatos, que Uds. pueden ver completos en el programa de televisión.

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